viernes, 26 de junio de 2009

IN MEMORIAM

Los súbditos hoy estamos de duelo. Llora la niña de tres años que bailó por primera vez al ritmo de Trhiller... la adolescente que soñaba con ir a uno de esos multitudinarios conciertos... la mujer que entendió el mensaje, TU mensaje.

Sufrimos por la partida física de aquel niño que repartía biblias de puerta en puerta, en ese pequeño pueblo en Gary, por allá en un privilegiado lugar conocido como Indiana. Que hacía bromas en medio de la noche a los huéspedes de la habitación de hotel contigua a la suya, durante las duras jornadas de gira de un incipiente grupo formado por cinco chicos, del cual formó parte casi a la fuerza porque -siendo el menor, entonces- nadie consideraba que tuviese la capacidad vocal necesaria para cantar; y que, sin embargo, logró imponer su voz hasta hacerse escuchar por el mundo entero.

Se ha ido el joven que con veintinueve años ya tenía suficiente vida a cuestas como para escribir su autobiografía. Al que no le alcanzaban los brazos para sostener tanto premio junto, ni el tiempo para ayudar a los otros... los menos favorecidos, los olvidados, los chicos perdidos.

Pesa la partida del hombre que se hizo a sí mismo, o al menos lo intentó. Que fue arte, música, absoluta inspiración. Un hombre con un mensaje claro para aquel dispuesto a escuchar, que quizo hacer el cambio, la diferencia... y en cierto modo lo logró.

Se ha ido el hombre que dejó una huella...
Hoy, la banda sonora de mi vida ha acallado su voz.

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