jueves, 29 de enero de 2009

No hay nada peor que la ignorancia

No hay nada peor que la ignorancia… desde cualquier punto de vista. Entendida desde ese amplio abanico de posibilidades que ostenta groseramente, es peligrosa, peligrosísima. Más allá de la ignorancia académica, ese cáncer que subyuga a naciones enteras, sumergiendo a los pueblos en el oscurantismo y la decadencia social, está la ignorancia humana.

La ignorancia humana es aquella que le impide al afectado, entiéndase por ello al “ignorante”, establecer una relación sana con el resto de sus semejantes, en principio porque no los considera como tal. Es decir, este grupo de personas lo integran todos aquellos seres que, por simple circunstancia, ostentan alguna clase de poder con el que pretenden –y muchas veces lo logran- humillar y vejar a los pobres infortunados que tienen la desdicha de estar bajo sus órdenes. Lo que resulta aún peor es que ese poder es usualmente ejercido desde falsos pedestales, porque, con frecuencia, son los “súbditos” de estos reyes sin corona los que están mejor preparados y poseen mayores habilidades para ejercer el mismo cargo que su “ignorante” de turno.

Desde esta perspectiva, las órdenes sólo pueden provenir de la envidia por los talentos no poseídos, desde la prepotencia porque no hay forma de controlar una mente superior y desde la más profunda ignorancia humana, porque aquel que no reconoce en los demás aquello que nos hace iguales a todos, aquel que ignora lo esencial del ser humano, aquel que desconoce la humildad y la justicia, no es otra cosa que un ignorante –que hace un daño inmenso, es verdad- pero un ignorante al fin.

Lo terrible de todo esto es que se trata de una situación que se repite con frecuencia y son los más débiles los que quedan desamparados ante estas vejaciones. Porque, además, por encima de los “ignorantes” están los “ciegos” quienes por causas justificadas o sin ellas, no alcanzan a percibir lo que ocurre en su entorno y terminan apoyando a quienes no deben, poniendo en entredicho, incluso, su capacidad de liderazgo. Lo triste es que esta situación se repite continuamente y pareciera no haber una forma para solventarla. Cuesta ser el “ser pensante” cuando tu autoestima y tu valor como persona caminan junto a tus pies, es difícil cerrar la boca cuando lo que necesitas es expresarte y requerir con justicia el lugar que te corresponde, el respeto que mereces y el valor que posees naturalmente, como ser humano y como profesional.

La máxima que dice: “No hay trabajo malo, lo malo es tener que trabajar” podría estar más relacionado con esto, de lo que las personas pueden llegar a confesar. Y aún más allá: existe la creencia popular de que al venezolano “le gusta ser jefe”, bajo estas circunstancias, ¿quién podría culparlo?

2 comentarios:

  1. Me encanta este pensar. La ignorancia del ser humano es la causante de su retroceso en la evolucion. Como bien haz dicho, la ignorancia le impide al ser humano, no solamente establecer una relacion con sus semejantez, sino, peor aun, consigo mismo. El ser que no se conoce, no es nadie, literalmente. Creo que el ser humano se hizo mas bruto cuando comenzo a razonar demas.

    ResponderEliminar
  2. Hay mucha razón en tus palabras. Parte de lo más díficil de la vida es precisamente eso: conocerse a uno mismo; y si no te conoces a ti mismo, ¿cómo puedes identificarte con los demás?. Lo sabían los griegos en su tiempo...

    Gracias por comentar...

    ResponderEliminar