jueves, 29 de enero de 2009

El Bus Caracas o las venturas y desventuras de un pasajero

¡Somos pueblo! Con esa tajante sentencia me recibe el carro por puesto que logro tomar –a duras penas- a las 7:30 de la mañana, mientras intento sostenerme de donde puedo, porque no cabe un alma en la unidad y todos debemos llegar a tiempo. Los continuos frenazos del chofer y la incomodidad propia del lugar en el que precariamente me toca viajar, me impiden prestarle demasiada atención al escrito, pero la oración es suficientemente elocuente como para que pueda evitar pensar en uno que otro detallito.

En el entendido de que todos somos trabajadores y tenemos derecho a un empleo digno y unas condiciones laborales aceptables, que nos permitan vivir dignamente, me pregunto: ¿Y no es pueblo también el que debe trasladarse diariamente –incluso más de dos veces al día- en las unidades de transporte público terrestre?, ¿Acaso no es pueblo el señor de la tercera edad que cancela el pasaje aún cuando está exento de hacerlo porque si no lo hace el “eminente” chofer lo insulta? ¿No forma parte del pueblo el estudiante que espera y sigue esperando en la parada porque los autobuses no quieren detenerse a recogerlo porque, por un derecho adquirido, el pasaje que cancela es y debe ser preferencial? ¿Cómo llamamos a los seres humanos que deben soportar vejaciones y maltratos por parte de los conductores de vehículos públicos, constantemente, porque no cuentan con otro sistema de transporte para trasladarse?

Si el conductor de la unidad tiene derechos, también los tiene el usuario que cancela las tarifas –siempre en aumento, por cierto- que les son exigidas, sólo para darse cuenta de que el servicio del que “disfruta” es deficiente, ineficiente y hasta peligroso. Unidades en mal estado, maltrato verbal, psicológico y hasta físico, riesgo a la seguridad e integridad, y en ocasiones a la vida, del usuario, son tan sólo algunas de las penurias por las que debe atravesar el pasajero que asuma el riesgo de tomar una camioneta por puesto. El transporte público urbano se ha transformado en un territorio sin ley en el que cualquier cosa puede pasar y en el que la única autoridad es el plenipotenciario chofer que hace y deshace a su antojo, olvidando que presta un servicio de carácter público y que –además- es cancelado por el usuario al que le es prestado. Quizás por esta razón la llegada del nuevo sistema de transporte masivo, el Bus Caracas, sea una amenaza para los conductores de las diferentes líneas, porque ningún pasajero que haya tenido que atravesar por estas y quién sabe cuántas vejaciones más se hará esperar dos veces para cambiar de medio de transporte, asumiendo, con justa razón, que él también es pueblo y merece un trato mejor por el servicio que cancela.

Dice un refrán popular que el respeto al derecho ajeno es la paz, entonces, señores choferes, para reconocerlos como pueblo deben ustedes también ver al pueblo que viaja en sus unidades, que intenta trasladarse a sus lugares de destino para cumplir con sus obligaciones, que aspira, como todos, un poco de respeto y consideración. Así, respetando nuestros derechos y entendiendo los suyos, es probable que podamos al fin alcanzar la paz. Entre tanto, el Bus Caracas, se nos presenta como una alternativa más que aceptable, mientras no mejoren las condiciones para el atribulado pasajero, individuo sin voz ni voto que se contenta con llegar sano y a tiempo a su destino.

¡Próxima parada, por favor!

3 comentarios:

  1. Coloquialismo bien logrado prima. Quizás con algunos detallitos que podrían modificarse para evitar esos lugares comunes.Pero es una lectura que identifica, que habla, que ilustra un contasnte día a día y que impulsa a la reflexión.:)

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  2. Gracias cariño. Quizás lo justo hubiese sido decir que ese escrito tiene algún tiempo ya, fue publicado sin modificaciones y sin ediciones... escrito desde el momento mismo de esas emociones.

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  3. Esos son buenos. Osea siempre es válido y muchas veces preferible realizar cambios que embellezcan nuestros escritos, pero esos, donde los sentimientos se dejan expresar sin mayor protocolo tiene mucho valor. Y en escritos de este estilo son más permitidos. :)

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