Dedicado a ti, habibe...
No pido que no temas, o que
confíes eternamente.
Con un “por ahora” me basta.
Ni castillos, ni villas, ni
promesas se inscriben en el tiempo,
en el que quiero contigo, no.
En la soledad de mi alma
trémula, nada puedo pedirte,
nada puedo ofrecerte, más
que polvo de vidrio.
Es lo que he sido y lo que
he recibido…
Pero hasta el polvo de
vidrio,
En la oscuridad más sublime,
brilla.
Y este que llevo por dentro
se ilumina con tu cercanía,
asciende a temperaturas
superiores
a la capacidad de mi alma y
de mi cuerpo,
Se moldea y se transforma…
Aún el polvo de vidrio, amor
mío, puede ser más… mucho más
En la certeza absoluta de
que nada sé y nada tengo,
De que no puedo ofrecerte
más que una promesa,
y la casualidad, llena de
intención de cumplirla;
me atrevo a pedirte lo que a
nadie… a esperarlo todo,
a creer, a confiar, a
sentir, a ser, a existir…
Y entiendo que es un abuso,
que mi amor rebelde, terco,
apasionado,
intencionalmente puro,
descaradamente libre
es casi una imposición…
Pero palpita y vive… como
jamás pensé que lo haría
Lleno, al fin, de una
emoción.
Quiéreme hoy, que el “para
siempre” está muy desgastado ya.
En esta locura compartida, me
atrevo a pedirte: déjame ser tu ciclón,
Tu mar en calma, tu guerra y
tu paz…
No pido que no temas, o que
confíes eternamente,
Pues en la soledad de mi alma
trémula, nada puedo pedirte…
nada puedo ofrecerte…
más que este dulce polvo de
vidrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario