jueves, 22 de septiembre de 2011

Eternamente Alicia


Desde que tengo memoria, Lewis Carroll ha fascinado mi imaginación con su archiconocida historia “Alicia en el País de las Maravillas” y “A través del Espejo y lo que Alicia encontró allí”. Entendí, con mi llegada a las letras (de manera profesional, quiero decir) que la complejidad de su autor se reflejaba cristalinamente en cada capítulo de esta historia y que, a la postre, esa complejidad era un poco también la del mundo. Aún hoy me sorprende descubrir arquetipos que no había descubierto en una lectura anterior.

La relación arquetipal que tan fácilmente se establece con estos textos, da lugar también a múltiples interpretaciones por parte, no sólo del que lee, sino de aquel que desea reinterpretar sus páginas. Así, hay tantas versiones del popular cuento (dudo siempre a la hora de catalogarlo como infantil) que es una tarea titánica encontrar un ejemplar que reproduzca fielmente la propuesta original de Carroll. Sin embargo, para los que nos encontramos aún hoy imbuidos en su fascinante complejidad, es posible reconocer una excelente reinterpretación de la historia.

Eso, ni más ni menos, es lo que descubrí con el film “Alice in wonderland” del controversial director (y uno de mis favoritos, valga decir) Tim Burton. Este californiano logró, aún con las evidentes modificaciones a la historia original, mantenerse fiel a la propuesta de Carroll. Así, el filme se fundamenta en una serie de elementos, personajes y acciones contenidas en el poema Jabberwocky publicado por Carroll en A través del espejo...

En perfecta armonía con las acciones de los personajes, y manteniendo los cuestionamientos esenciales del texto a lo largo de todo el filme, tales como quién eres, o a dónde quieres ir, Burton logra la fórmula perfecta para reinventar a Alicia... y, de paso, para homenajear a uno de los escritores británicos más controversiales de su época (y de las posteriores).

No obstante, y más allá de la proeza que significa reinventar un clásico tan multifacético para un público difícilmente impresionable, quiero llamar la atención sobre el hecho que supone equiparar el complejo mundo interior de Burton con el no menos dificultoso, y casi desconocido, mundo interior de Carroll.

Burton no se deja avasallar por los personajes de Carroll, tan conocidos por todos los públicos, ni se somete por entero a la iconografía de Alicia... Muy por el contrario, se mantiene fiel al aspecto gótico y oscuro característico de su obra fílmica, pero cuidando de no transgredir la historia. Dentro del “frabulloso” mundo de Alicia no extrañamos el tablero de Ajedrez, ni los naipes guardianes de la Reina Roja, al mismísimo Jabberwocky, ni tan siquiera al pájaro Dodo. Sólo Humpty Dumpty, puede darse por extraviado en esta nueva versión, quizás porque su función en el texto original como esclarecedor de los términos contenidos en el poema referido al Jabberwocky, le restarían efecto al guión.

Mención aparte merecen las interpretaciones de Jhonny Depp y Helena Carter Bonham como el Sombrerero y la Reina Roja, respectivamente. Más allá del derroche de maquillaje y de efectos especiales, estos actores lograron conectar tanto con la esencia de los caracteres como con la propuesta cinematográfica, haciéndolos absolutamente multidimensionales, muy humanos y definitivamente asequibles. Es posible comprender a la Reina Roja y su consecuente trauma, el cual la inclina a cortarle la cabeza a todo el mundo, como posible es también entender el enrevesado proceso que tiene lugar en la cabeza del sombrerero a la hora de realizar asociaciones mentales...

Es posible también, por efectos de un excelente guión, vislumbrar otras facetas de Alicia propias del proceso de autodescubrimiento que se desarrolla durante este regreso a Wonderland, y que constituye, a mi juicio, el eje central de este filme. De esta forma, la Alicia adulta que duda y lleva dentro de sí el peso de las emociones encontradas, propias del hecho de crecer, reconoce en sus remembranzas a la Alicia niña. Descubre entonces que su esencia se mantiene intacta, muy a pesar de la persona que es ahora (adulta), lo que paradójicamente la hace diferente pero también la misma persona. En este torbellino emocional, nuestro personaje logra conectar con el menos cuerdo (al menos en apariencia) de todos los individuos con los que pudiese cruzarse en Infratierra: El Sombrerero.

Más que un personaje chistoso, casi accesorio, según interpretaciones previas, se transforma en un especie de personaje guía, con la importante responsabilidad de llevar a Alicia al término de sus reflexiones. No obstante, en determinadas ocasiones durante ese proceso, su actitud cuasi paternal se transfigura, lo que nos hace presentir que hay otros sentimientos que mueven al Sombrerero, además de aquellos que nos deja entrever. Alicia, que corresponde a dicho sentir, se ve en la dicotomía de escoger entre llevar a término su propio proceso interno, volviendo a Londres, o permanecer en Infratierra con las respectivas consecuencias que ello supondría para todos los involucrados.

En todo caso, Alice in Wonderland constituye una excelente pieza fílmica que nada tiene que envidiar a cualquier otra de su época. Una que es elemento clave dentro de la filmografía de Burton y que bien puede convertirse en el referente cultural cinematográfico de una era, llena de avances tecnológicos impresionantes, sí, pero que no contaba (hasta ahora) con ninguna propuesta susceptible de trascender el contexto histórico que la vio nacer para convertirse en eso que nos encanta a los cinéfilos, y que solemos denominar como Clásico.

Imperdible: Las actuaciones de Jhonny Depp y Helena Carter Bonham; la impecable edición y los efectos especiales. Imperdible es también la banda sonora, a cargo de Danny Elfman, la cual tiene un elemento clásico muy bien logrado. En su aspecto moderno encontramos a la jóven Avril Lavigne con el tema Alice.

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