miércoles, 29 de julio de 2009

MOONWALKER

Él viene de un lugar más allá de las estrellas

Te lleva a un mundo más allá de tus sueños

De su alma viene la música,

De su corazón viene el ritmo.

Ahora, de la imaginación de Michael Jackson

llega una película como ninguna otra.

Michael Jackson

Nada puede prepararte para su película

Moonwalker

Escrita en las estrellas.


Quien no haya visto alguna vez Moonwalker, poco o nada puede decir del genio artístico de Michael Jackson. Y me refiero, no a su música, o a las múltiples innovaciones que hizo en ese campo, como en otros a lo largo de toda su carrera musical. No, me refiero a la capacidad de este hombre magnífico para imaginar, para crear, para explotar aquello que es más intrínsecamente estético en una idea. Pocos conocen la faceta de escritor de este artista, gracias a la cual pudieron ver la luz poemas, guiones de cortos y de películas de mediana duración, una autobiografía (Moonwalk) firmada en 1988 cuando contaba con tan sólo 30 años, un libro de poemas y reflexiones (Dancing the dream) de 1992, un storybook para la película ET el extraterrestre y una serie de dibujos y bosquejos que rara vez han sido expuestos.


Como productor musical, su trabajo nos es familiar. Tampoco sorprende que en más de una ocasión haya decidido tomar las riendas de algunos de sus videos musicales, ubicado detrás de las cámaras en calidad de director. Pero, lo dicho, no muchos saben, por ejemplo, de su faceta de guionista de cortometrajes (o short films) nombre con el que él mismo describe sus audiovisuales, o su actividad como guionista de películas de duración media. Un primer acercamiento a este último género lo constituye su obra MOONWALKER (1988), un trabajo para el que –como reza el epígrafe, extraído del trailer promocional del film- nada puede prepararnos.


El fundido en negro se rompe con la aparición de las primeras imágenes (las cuales, por cierto, constituyen una suerte de leitmotiv que identifica la obra fílmica de Jackson de allí en adelante) que reconstruyen muy brevemente y a la fecha (no olvidemos que recién se iniciaba el cierre de la década de los 80) una carrera musical en solitario si se quiere corta pero vertiginosa, mientras escuchamos como telón de fondo, los acordes de Man in the mirror, una de las más representativas melodías de MJ. Esta vibrante retrospectiva introduce al espectador en la que será la primera de tres partes en las que se divide esta película, ubicándolo en el tono del filme y preparándolo para lo que sigue.


Seguidamente, nos presentará por primera vez, en un despliegue de tecnología de punta, el video del tema Leave me alone, una especie de odisea futurista que no realiza grandes esfuerzos para enmascarar un contundente reclamo a la prensa amarillista que hacía su agosto con cada movimiento del artista, explotando su imagen y armando un auténtico circo (dicho en imágenes en el video) con el único propósito de incrementar las ventas.


Moonwalker será la excusa perfecta para escuchar las notas del entonces más reciente trabajo discográfico de Michael Jackson: Bad. De hecho, gran parte de la trama estará influenciada por este álbum, por las letras de sus canciones y por el ritmo acompasado que terminará siendo, a la postre, el que marque la cadencia de la narración fílmica.


Un segundo segmento se inicia con la transmisión del video Badder, una representación idéntica a la versión corta (la extendida corre a cargo del director Martin Scorsese y dura casi 30 minutos) del video de Bad, sólo que en esta ocasión es interpretado por niños, quienes logran montar todas y cada una de las coreografías del video original de manera magistral.


Partiendo de allí, Michael Jackson logra exponer –con gran maestría, debo decir- una sátira surrealista de su propia vida, en la que se emplea la ironía con precisión milimétrica para decir verdades. De esta manera, Michael utilizará hasta el nombre del disco para burlarse de la idiosincrasia americana, poniendo en boca de la mismísima estatua de la libertad una brillante frase: América, la tierra de la libertad, hogar de lo raro.


De una manera jocosa, surge una importante reflexión, a la luz de lo que hemos visto previamente con Leave me alone: ¿Cómo, en el país que se jacta de ser la tierra de la libertad (cosa que aparentemente concede licencia a lo raro: fans frenéticos que exigen del artista las cosas más extrañas, periodistas amarillistas que se mueven en bloque y que utilizan como armas sus herramientas de trabajo -cámaras, micrófonos, etc.-), otros artistas que no conciben el éxito ajeno, en medio de toda esa rareza, repito, puede ser Michael Jackson el epítome de lo malo (Bad)?


Una vez finalizado este segmento, se puede decir que es cuando en verdad comienza la película. No develaré en qué consiste la historia (descubrirla por primera vez forma gran parte de su encanto), pero diré, por ejemplo, que a esta película pertenece la secuencia que constituye el famosísimo y conocidísimo video de Smooth Criminal, en donde por primera vez aparecen la fedora blanca y el traje de gangster de los años 30 que le hace juego. También entonces podemos darle sentido a las fantasmagóricas figuras, cuyas sombras se dibujan sobre los ventanales del bar, las cuales –armadas hasta los dientes (no lo vemos pero el sonido y la imagen son bastante elocuentes)- amenazan con acabar con la armonía que se respira dentro. Igualmente, es posible comprender qué sucede con la chiquilla de trenzas rubias que es arrebatada por una mano desconocida, de su puesto en la mirilla de la puerta.


Aventura, fantasía, efectos especiales de última generación, buena música… todo un banquete audiovisual para el espectador inteligente que sabe ver entre imágenes. Nada mal para la niña de 1988 que se pasó la vida buscando la que consideraba la película de su vida, y que necesitó de 20 años para volverla a ver.

1 comentario:

  1. Coño... todo un estudio el tuyo! La vi recientemente... y pense en una sola palabra: amor.

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