viernes, 16 de agosto de 2013

La H es muda... no invisible



Si te digo que se escribe “con” en lugar de “de”, por poner un ejemplo, puedes tener la seguridad de que lo hago con base en mis estudios académicos, seguidos, aprobados y avalados por una universidad reconocida, que me confirió, conforme a sus normas y lineamientos, una licencia que me acredita en los referidos estudios. Si eso no te basta, quizás sea oportuno mencionar que en determinado momento decidí actualizar dichos conocimientos con el estudio, seguimiento y aprobación respectiva de una maestría, avalada también por una universidad que me confirió el grado respectivo, en correspondencia con el cabal cumplimiento de los requisitos por ella exigidos.

Si aún así eso no es suficiente para ti, a la fecha cuento con la experiencia que me proporciona casi una década de ejercicio de mi profesión, siempre en el contexto de la ética, la responsabilidad y el profesionalismo… Si aún así, a pesar de lo anterior, decides escribir “de” en lugar de “con”, para seguir nuestro ejemplo anterior, entonces deberás asumir la responsabilidad por lo que escribes y por las decisiones que tomas respecto a ello. Ten la seguridad, de igual forma, que en lo que a mí respecta, yo estaré satisfecha con mi trabajo y mi conciencia… Pero eso no te excusa, ni evitará que considere lo anterior como una falta de respeto hacia mí como profesional.

Del mismo modo en que no darías indicaciones al médico que te opera, o al abogado que te asiste legalmente, porque respetas su conocimiento del área (aspecto en el cual, seguramente, no tendrás ninguna competencia); en esa misma medida exijo respeto para mi área y mis conocimientos. Entiendo que el lenguaje, como sistema que es, se encuentra en constante evolución y es susceptible, en consecuencia, de sufrir modificaciones. Y es en ese contexto que estoy dispuesta, y en el que valoro profundamente, la crítica (así como la argumentación) en pro de la construcción, colectiva y, sobretodo, positiva de nuestro idioma.

Lo que no estoy dispuesta a tolerar es que, sobre la base de modas, estado anímico o absoluto desconocimiento, pretendas desechar mi experiencia en el área, así como los conocimientos que he apre(he)ndido de otros, con más sabiduría y la suficiente altura, moral y ética, como para pronunciarse con argumentos lógicos y valederos.

Como dicen por allí, nadie muere de ortografía. Y probablemente no habrás perdido nada por ignorar mis humildes consejos y escribir como desees… a excepción de mi respeto, claro está… y la valiosa oportunidad de quedarte callado y dejar que tu falta de competencia en el área pasara desapercibida.

No es que considere que escribir incorrectamente esté mal, y sé perfectamente bien que los juicios sobre las y los que serían responsables de tal condición, proporcionarían suficiente material como para que sea tema de otro ámbito. Cometer errores (válido para la vida y la ortografía) no es lo malo, y eso es algo en lo que insistiré toda mi vida. Lo negativo, reitero, es no aprovechar las oportunidades que se nos brindan para aprender de ellos y corregirlos.

Culmino estas palabras recordando que el lenguaje es pieza fundamental, si no la base, que permite la estructura de tu pensamiento. No lo olvides la próxima vez que la flojera te gane la partida por poner un acento, te saltes las comas y/o los puntos, o te valga madres si va con “s” o “c”. Así como escribes, así piensas y estructuras tu mundo… y eso, bien o mal, lo demás lo notarán. Como la “H”… muda y todo, pero existe.



Milagros Arteaga
Orgullosa Licenciada en Letras
Magister Scientiarum (sí, en latín y todo) en Estudios Literarios.

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