La simple sugerencia de la realización de un
acto de canibalismo humano produce una suerte de escalofrío que recorre la
espina de cualquiera. Fijado con una impronta indeleble en nuestro código
genético, el canibalismo es una imposibilidad biológica para cualquier miembro
de una especie, pero particularmente de la nuestra. Simplemente no podemos comernos
unos a otros. Punto.
La depredación, eso ya es otra cosa. Y se admite
con menos prurito moral, ético y bio-psico-social que el canibalismo. Ocurre:
consumimos carne de otras especies (con mayor o menor afectación en unos que en
otros, desde luego, pero eso es asunto de otra entrada) sin que ello suscite
pensamientos a posteriori que te impidan
conciliar el sueño.
Pero, repito, si un humano consume carne de otro
humano, puede generar con sus acciones, aún cuando se trate de una simple
sugerencia, las reacciones más arrebatadas y apasionadas… y pocas, por no decir
ninguna, serán positivas.
Cuando hablamos de Hannibal Lecter, el caníbal más
famoso de nuestro imaginario moderno, las posibilidades se expanden. En
principio, su origen ficcional hace más fácil el acercamiento: podemos
juzgarlo, prejuzgarlo, analizarlo, intentar entender su conducta, justificarlo,
con mayor o menor éxito, etc., en una suerte de ejercicio reflexivo que
culminará cuando su presencia en pantalla (por alguna razón atrae más la
interpretación del personaje en filme
que la construcción literaria) concluya.
En segundo lugar, las posibilidades
interpretativas del personaje, tanto de quien le da vida en pantalla como de
quien lo produce o lo escribe, puede dar cabida a múltiples perspectivas, todas
ellas muy enriquecedoras para aquellos que tenemos la sana costumbre de ver más
allá de lo evidente.
El personaje, desde su constructo literario, ha
hecho gala de un contexto psicológico bien particular que es el que lo define y
determina. Bryan Fuller (Pushing Daisies)
lo ha entendido muy bien y así lo demuestra en cada episodio del thriller que ha traído de nuevo al Dr.
Lecter a nuestras vidas.
El Gran Dragón Rojo y la dama revestida de sol |
Basada en el texto El Dragón Rojo, la serie relata los orígenes del Dr. Lecter como
asesino. Con absoluta delicadeza intelectual, los personajes de Hannibal se desarrollan en un entorno
que, si bien no deja de ser oscuro, atrae, resulta fascinante y atemorizante al
mismo tiempo. Llena de impulsos absolutamente humanos, de extrema tensión
psicológica pero también de sensualidad y seducción, la serie nos muestra
personajes muy humanos con conflictos internos comprensibles, asequibles, los
cuales podemos considerar antes que juzgar.
La fotografía es impecable y responde a los estándares
marcados por los textos de Harris, pero honrando a la cinematografía del género
que debe su cuota también a este icónico personaje. Conjuntamente con una banda
sonora que no puede catalogarse de otra forma que no sea conmovedora, cada
episodio de la serie se convierte en una degustación destinada a satisfacer al
más exigente de los paladares.
Actuaciones destacadas constituyen la guinda de
un pastel exquisitamente concebido en el que nada obedece al azar o es capricho
del destino. De la mano de Laurence Fishburne, Mads Mikkelsen (cuya
interpretación nada tiene que envidiarle a la de Hopkins), Hugh Dancy y la
mismísima Gillian Anderson (The X Files),
los personajes de Harris adquieren una dimensión y profundidad bien
particulares.
Laurence Fishburne, si bien es una pieza
reconocida en el fichaje de esta serie, no constituye su principal atractivo.
Mads Mikkelsen, un actor -y bailarín- danés desconocido para estas latitudes,
sí que lo es. En su interpretación, Mikkelsen ha conjugado a la perfección los
aspectos más relevantes de la personalidad de Lecter, al punto de hacerla
absolutamente irresistible. Es en extremo educado, hábil, caballeroso, de gusto
exquisito, sumamente inteligente… Un paquete tentador. Su puesta en escena es
impoluta y su sola presencia te obliga a contener el aliento, por una razón o
por otra.
La de Anderson ha sido también una interesante
adición al staff de Hannibal. Reconocida por su popular
interpretación de la Agente Scully en The
X Files, Anderson presta su imagen para encarnar a la psicoterapeuta de
Lecter, la Dra. Bedelia
Du Maurier, con quien ha desarrollado una relación particularmente llamativa
(cuando menos para esta primera temporada) orientada a brindarnos muchos
detalles que contribuirán a desvelar la personalidad de ese Lecter que no se
conoce sino en los libros de Harris.
Por su parte, la interpretación de Hugh Dancy conmueve en el más
estricto sentido de la palabra. Es el antagónico perfecto de Lecter y coloca en
perspectiva cualquier circunstancia acaecida entre ellos. Su relación es
tirante, compleja, dispareja… pero también es la más honesta de todas las que
se gestan en el seriado (salvando, desde luego, el detalle de la descarada
manipulación de Lecter). También, por esa misma razón, tiene el peso dramático
de la trama.
El resto del casting está
integrado por actores que puede que no reconozcamos de primera línea pero que
han sabido escoger bien sus papeles previos, lo que los dota de cierto respeto
dado el cariz artístico de sus elecciones.
Sobre el guión podrían escribirse muchas cosas. Si
bien la crítica, y el público, tienen opiniones encontradas al respecto, se
coincide en el hecho de que es fiel al texto original. Desde mi perspectiva,
creo que hace algo más: lo presiona, lo lleva al límite y transforma lo que
requiere ser transformado, dado el medio en el cual se desenvuelve ahora. En su
defensa, diré que sobresale de todo lo que, televisivamente hablando, se ha
estrenado en 2013, pues Hannibal honra,
con su escritura, lo más valioso que debería poseer todo espectador: su
inteligencia.
La pièce
de resistance, finalmente, la constituye el cuidadísimo aspecto culinario. Asesorados
por el chef español, José Andrés, los productores de Hannibal nos ofrecen platos
llamativos, atractivos a la vista, cuyo colorido le disputa el protagonismo a
cualquier toma al resaltar, sin abusar, las cualidades más atractivas de cada
receta.
El proceso culinario, así como su destacado
resultado, sobresale con frecuencia, por encima del tono lúgubre, propio de cada
escena en la que aparecen. Y tiene la importante responsabilidad de contextualizar
las emociones y situaciones en las que se ven inmersos aquellos personajes que,
para su fortuna o su desgracia, comparten la mesa del carismático doctor.
La sugestiva presentación de cada plato
enmascara, como cabe suponer, otra intención, pero resulta sencillo dejarse
tentar por la maestría culinaria de Lecter. Un arte que Hannibal domina muy
bien, y que nos hace olvidar, la más de las veces, que el sustrato de la trama
es el impulso de su protagonista por el consumo de carne humana.
En todo caso, si Hannibal no te atrapa en sus inicios, seguramente lo hará en el
transcurso de la serie pues tiene potencia en sus interpretaciones, una
historia tan definida como puede estarlo para sus espectadores, cuidados
detalles de pre, producción y postproducción; y el aval de sus creadores que,
aunque apostaron a un personaje conocido, lo hicieron con la plena conciencia
de la inherente necesidad de reinventarlo para una nueva generación (y para la
anterior, sin duda alguna).
Se trata de una serie imaginada para
televidentes pensantes, inquietante, provocadora, inteligente, de buen gusto, a
pesar de la sangre y las tomas abiertas a cadáveres y heridas punzo
penetrantes, que sirve lo más perturbador pero esencial del aspecto y de la
conducta humana: su vulnerabilidad, como plato principal.
Bon apetit!
Imperdibles:
- Sin duda alguna, la actuación de Mads Mikkelsen. Ha reinventado totalmente al Dr. Lecter, cosa difícil de lograr con un personaje tan conocido.
- El final de la primera temporada (Y la primera temporada completa). Uno de los mejores que he visto en mucho tiempo.
- La fotografía. Interpreta y expone de manera magistral el mundo interior de los personajes, así como el contexto de las situaciones.
- Los guiños de la historia. Hay que estar muy atentos para no perderse referencias contenidas en los textos o en filmes previos, particularmente The Silence of the Lambs.
- La aplicación de segunda pantalla de AXN. Muchos comentarios y detalles se dan a conocer o se aprecian mejor desde esta plataforma.